Como una escultórica pieza monolítica, esta casa diseñada en la localidad de Jalpa, Zacatecas, México, realza el concepto de su atmósfera introspectiva con el color blanco apagado de la estructura, arrebatado del color natural de la arena de la zona, como si de un guiño al significado en náhuatl de Jalpa, "lugar sobre la arena", se tratase.
La casa se cierra al exterior caótico debido a la incidencia solar en el oeste y a la búsqueda de la introspección y desconexión total con el exterior, generando en su interior un mundo propio, lleno de simplicidad visual y naturaleza.
No obstante, en medio de su fachada se abre al exterior debido al uso comercial de ese espacio, pero evitando la incidencia solar del oeste al retrasar ligeramente los cristales y protegerse con un voladizo superior. En la planta baja, el sótano de roca que sostiene toda la casa alberga el acceso al estacionamiento subterráneo, recordándonos un poco a los refugios caxcanes, la tribu que habitaba la zona.
En su interior, se percibe visualmente una tranquilidad generada por el espacio a través de los colores, las proporciones, la iluminación y la escasa cantidad de objetos. La zona social se encuentra inmersa en un jardín con una gran conexión entre el interior y el exterior, donde se puede encontrar un espejo de agua que, además de ser un elemento perceptual, funciona como un elemento eco-tecnológico, ya que actúa como humidificador del ambiente en un entorno con un clima seco en Jalpa, Zacatecas.
Esta casa nos recuerda a los templos barrocos del pueblo, pero mirando hacia el futuro en una pieza minimalista y majestuosa. Un equilibrio entre la tradición y la vanguardia arquitectónica que se funden en una obra que despierta admiración y evoca la grandeza de su entorno. Un testimonio de la capacidad del diseño para reinterpretar la historia y proyectarla hacia adelante con una estética minimalista y atemporal.